jueves, 6 de octubre de 2016

Psicopatología laboral

Empiezo a sospechar un complot.

Cada día, literalmente, aumenta el número de personas que llegan a consulta con quejas relacionadas con el trabajo. Porque no lo tienen y eso les deja en situaciones muy precarias. Porque lo tienen en condiciones tan precarias que es como si no lo tuvieran, y también, de una forma terriblemente silenciosa, por la existencia de ambientes laborales intoxicados, abusos de poder, odiosas jerarquizaciones y rigidificaciones de las relaciones, horarios, rutinas inhumanas...

La salud emocional y física de las comunidades está directamente relacionada con estas condiciones laborales, y estas, directamente relacionadas con la situación sociopolítica de dicha comunidad.

Pero a mi consulta llegan personas en estado de sufrimiento. Intentan encontrar los resortes legales e institucionales que les den soporte, les defiendan, les acompañen en esas situaciones.

¿Y qué encuentran?

Estructuras sin capacidad de acción, por múltiples razones: Servicios de Prevención, Mutuas, Sistema de Seguridad Social, Sindicatos, Sistemas Judiciales, y diversas estructuras sociosanitarias, entre las que me encuentro. Van rebotando en medio de un caos en el que cada uno va empujando hacia otro lado y muchos, acaban goteando, incesantemente en las consultas de psicología y psiquiatría de todo el sistema.

¿Y yo qué puedo hacer?

Indignarme por la inoperancia de los sistemas actuales. Hacer informes que expresen esta relación con el sufrimiento de las personas.

Desculpabilizar a la gente que acaba pensando que el problema son ellos, sus "capacidades" (para adaptarse, para desconectar, para resistir, para defenderse, para aguantar, para sobrevivir...).

Preguntarme que está pasando. Es sospechoso que tenga que ir viendo, día tras día, de una en una, encerrado en un despacho de donde nada puede salir, a todas las personas que tienen el mismo problema y que no tienen que ver con ellas más que por la afectación que sufren por pertenecer al sistema que pertenecen.

No me preocupan en absoluto los genes. Me preocupa el estado emocional de las personas. Y el asunto laboral es de extrema importancia. Todavía estamos a años luz de aplicar lo que ya sabemos que son condiciones laborales y ambientes laborales saludables.

Mientras mi profesión continua llevando al extremo por algún lado su obsesión biologicista, mecanicista, tecnicista...continuamos individualizando graves problemas sociales que quedan como en sordina por nuestra delirante estructura diagnóstica y terapéutica.

Dopamos el malestar social. Drogas para proteger al sistema. Drogas para ahogar las señales de alarma que damos cada día las personas y nuestros sufrimientos en miles de consultas de salud mental de todo el mundo occidentalizado. Drogas para seguir tragando. Drogas para seguir aguantando. Drogas para silenciar, y para silenciarnos.

2 comentarios:

  1. enhorabuena!felicidades por ser critico humilde y sensato.Yo un día cai en la misma conclusion...qué hariamos los profesionales de la salud mental sin este "sistema de dependencia "creado??

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  2. Hola Belén!

    A qué te refieres exactamente con el sistema de dependencia?

    A veces ser crítico y sensato puede resultar perturbador a otras personas.

    Gracias por tus palabras.

    Un abrazo

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