miércoles, 30 de julio de 2014

Salud y enfermedad

Si suponemos que el gradiente de salud-enfermedad se relaciona de forma directamente proporcional con el gradiente de integración, primero en nuestro medio familiar y después en los diferentes medios, y como medio terapéutico el hospital, podemos teorizar que a mayor grado de integración entre el personal tratante-curante, mayor potencia terapéutica, mayor capacidad de promover cambios hacia el polo saludable, integrado, del gradiente.

En este sentido, habría que diferenciar dos visiones del papel de la hospitalización, que permanecen escindidas y recorren su trayecto de forma paralela:

1. La primera es el hospital como un lugar y un tiempo donde compensar una enfermedad médico-psiquiátrica, donde estabilizar los síntomas y las conductas, para poder conseguir así externar a los pacientes hacia cualquier otro sitio de la comunidad (esto no implica en absoluto ningún tipo de integración en la misma, incluso puede ser simplemente la depositación en otro espacio, por ejemplo residencia de algún tipo, por un tiempo indefinido). Aquí se manifiesta la mayor perversión del sistema industrial-capitalista en el que estamos inmersos, la atrozidad del número contra la persona.

2. La otra visión es la que paralelamente corre a cargo de las personas en cuanto existentes, en cuanto vivenciadores de una realidad interpersonal subjetivamente  significativa, en la que lo único que cuenta es el espaciotiempo interpersonal de las relaciones en el aquí y ahora, siempre mediatizadas por el allí y entonces de nuestros grupos internos y por esa otra realidad que corre paralela.

Estas dos visiones se confunden y se mezclan, pero no se muestran integradas, sino que más bien es su falta de integración una de las grandes causantes del sufrimiento personal de los involucrados y de la baja capacidad curante que tenemos como Equipos de salud.

Y entonces, si pensamos la curación (si es que aún se permite hablar y escribir en tales términos) como el resultado de múltiples procesos de integración interpersonal y social, y la potencia de los Equipos curantes viene determinada por su propio nivel de integración, que a su vez determina su propia capacidad de promover esos procesos de integración en un ambiente determinado, nos damos cuenta del largo y arduo camino que nos queda si es que queremos de verdad plantearnos las preguntas fundamentales para poder construir juntos, o al menos insinuar, algunas de las respuestas al drama del sufrimiento humano que son las llamadas enfermedades mentales.

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